miércoles, 12 de diciembre de 2007

LUIS EDUARDO GARAVITO CUBILLOS: "El Monstruo de Genova"















Después de 18 meses de investigación tras la pista de una supuesta "secta satánica" que estaría cometiendo los más atroces sacrificios con menores de edad, la policía colombiana pudo esclarecer la ola de desapariciones y asesinatos que mantenían en vilo al país.

Todo empezó cuando se hallaron los restos de varios cuerpos esqueletizados, con señales de haber sido amarrados, mutilados y decapitados. Además, numerosas familias colombianas comenzaron a denunciar la desaparición masiva de sus pequeños. En total se contabilizaron más de 100 desapariciones.

La prensa de todo el mundo ayudó a propagar el estado de alarma entre la población, publicando grandes titulares como éstos: "Aparecen otros 25 niños muertos, víctimas de posibles ritos satánicos", "Al menos 46 niños asesinados desde 1993 por supuestos ritos", "Hallados más cadáveres con signos de tortura satánica"...

Finalmente, tras una ardua investigación por parte del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) en diversas capitales del país, se han podido esclarecer los macabros descubrimientos gracias a una serie de evidencias que han hecho sospechar a los agentes de la policía colombiana acerca de la posibilidad que el culpable se tratase de una sola persona. En los lugares del crimen se habían hallado varios tapones de unas botellas de licor barato, restos de cabellos y otra serie de objetos que ayudaron a los investigadores a trazar un perfil del asesino.

Los agentes no se conformaron con las evidencias encontradas. Por otro lado comprobaron los billetes de autobús y registros de los hoteles que coincidían con las fechas y lugares de las desapariciones. Después, en el transcurso de la investigación se elaboró una lista con 94 posibles autores de los crímenes, que se fueron eliminando poco a poco hasta reducirla en dos sospechosos.

Uno de ellos era Luis Eduardo Garavito Cubillos, de 42 años, detenido y recluido en la penitenciaría local de Villavicencio, donde estaba registrado con nombre falso desde el 22 de abril de 1999, tras ser acusado por agresión sexual violenta a un menor.


Uno de los agentes de la prisión lo desenmascaró cuando tras engañarlo llamándolo por su verdadero nombre, pues éste sin darse cuenta respondió. Entonces se pudo comprobar que el detenido tenía una orden de captura emitida hacía tres años por los jueces de la ciudad de Tunja por el asesinato de un niño y otros delitos menores.

Al verse descubierto y acorralado por el fiscal que lo interrogó a continuación, confesó los crímenes pidiendo perdón con antelación por los hechos que iba a confesar. Tras sacar una pequeña libreta negra en la que estaban marcados la ciudad y uno, dos, tres palitos, según los niños que hubiera asesinado, confesó haber estado asesinando entre 1992 y 1999, dando todos los detalles de los crímenes, con una frialdad que asombró a los agentes de policía.

Al registrar su vivienda, fueron hallados varios objetos que concordaban con los encontrados en los lugares de los crímenes, detalle que terminó de inculparlo.

Garavito, conocido también como "Loco", "Tribilín", "El Cura", "Goofy" y "Conflicto", era un experto en disfraces. Se hacía pasar por vendedor ambulante, monje, indigente, discapacitado, representante de ONG, etc., con el fin de ganarse la confianza de la gente y entrar como conferenciante en escuelas.


Confesó que sus víctimas "preferidas" eran pobres, menores, estudiantes y campesinos. Les ofrecía dinero, comida, bebida y los llevaba a caminar hasta que estos se cansaban, entonces les atacaba en sitios despoblados. El asesino incluso coleccionaba las publicaciones en prensa sobre la desaparición y el asesinato de los niños, que fueron encontradas por los agentes en el registro de la vivienda de la compañera sentimental y de una amiga del asesino.

Vivía en Génova, departamento de Quindio. Desde muy pequeño su padre lo maltrató constantemente y su madre jamás le dio muestras de afecto, ni tampoco nadie de su familia. También recordó a los agentes que lo interrogaron, cómo dos vecinos le estuvieron violando durante varios años en su niñez, por eso se convirtió en taciturno, retraído e infeliz, con explosiones violentas que tantos problemas le traerían a lo largo de su vida. A los 16 años se va de casa para buscarse la vida por su cuenta y comienza a trabajar en distintos empleos, generalmente como vendedor.

En su soledad, comienza a beber hasta no poder prescindir del alcohol. Intenta llevar una vida normal, pero sus continuas borracheras y su mal carácter le movían a discutir y enfrentarse con sus compañeros y jefes. Cada vez se vuelve menos sociable y le resulta más difícil mantener un empleo fijo, por lo que a mediados de los 80 comienza a recorrer el país como vendedor ambulante, hecho que le permite una gran movilidad a la hora planear los futuros asesinatos. Llega a recorrer cinco veces el país, eligiendo los municipios en los cuales cometería los crímenes.

Por esa época también inventa dos Fundaciones (una para ancianos y otra para menores), y aficionándose cada vez más por los disfraces, se cambia constantemente el peinado, la barba, bigote y gafas, eligiendo siempre personajes que le facilitaban el acercamiento a los niños sin levantar sospechas: intelectual, sacerdote, mendigo...


En un momento de su vida acepta someterse a tratamiento psiquiátrico durante cinco años, cosa que no ayuda a corregir su agresividad ni sus ansias de matar, pero sí impide que lo echen del trabajo en varias ocasiones. (Era un hombre muy violento cuando se emborrachaba, pero aseguró que le encantaban los niños. De hecho, si bien golpeaba a las dos mujeres con las cuales convivió, nunca puso la mano encima a los hijos que éstas tenían frutos de otras relaciones).

En 1992 empieza su carrera como criminal, siempre con un mismo modus operandi: primero recorría el lugar que había elegido e identificaba su objetivo: niños pobres, tanto campesinos como escolares o trabajadores. Siempre buscaba jóvenes agradables físicamente o que le recordasen a él en su infancia. Para ganarse su confianza les reconfortaba y les regalaba alguna cosa, y luego les pedía que les acompañase a dar un paseo con el fin de charlar un rato. Les hacía caminar durante mucho tiempo hasta que se cansaban y los llevaba a un paraje escondido. Luego los violaba, los ataba y los degollaba; finalmente mutilaba el cuerpo y lo abandonaba en el mismo lugar.

(El hecho de cortarles la cabeza y enterrarlas en otro lugar para dificultar la identificación, fue lo que llegó a encaminar a los agentes hacia la hipótesis falsa de una secta satánica practicante de sacrificios rituales).

Los cuerpos mutilados de las víctimas, en su mayoría menores de 8 a 16 años, fueron descubiertos en 60 poblaciones de 11 provincias del país, y se sospecha que también llegó a actuar en Ecuador.

Después de confesar los relatos de los múltiples asesinatos, Garavito añadió que él no era un monstruo, como lo denominaba la prensa y medio país, si bien los actos fueron realizados a plena consciencia, los atribuyó a un "fuerza extraña" que lleva dentro, y pidiendo perdón al país, a su madre y a Dios, se excusó diciendo que todo se debía a los malos tratos recibidos por su padre, ya fallecido, durante su infancia.

El perfil psicológico que le ha sido realizado por los psiquiatras denota que no es un genio del crimen, pero sí un personaje que no posee ningún tipo de inhibición capaz de frenar su creciente necesidad de matar. Presenta además fuertes depresiones y tendencias suicidas, además de un carácter fácilmente irritable.
El detenido ha tenido que ser emplazado en una celda de alta seguridad en la prisión de Villavicencio no sólo por una posible ejecución por parte de los demás presos sino para que el psicópata no pueda acabar con su propia vida, debido a sus tendencias suicidas.

Las declaraciones del "Monstruo de Genova" han sensibilizado a los 40 millones de Colombianos, multiplicando las demandas de pena de muerte contra el asesino de niños.
Los padres de las víctimas no han parado de llamar a las radios locales para exigir la muerte de Luis Alfonso Garavito, en un país donde la pena capital no está recogida en el Código Penal.

En la actualidad, se han encontrado los restos de 114 niños, pero continúan las pesquisas para encontrar los cadáveres del resto de los menores desaparecidas, víctimas del posible mayor asesino en serie de todos los tiempos.

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